La Fe y las Obras en el Corán y Santiago: Reflexiones Comparativas
Saludos y paz a todos los lectores. En un mundo donde las fronteras religiosas pueden parecer insuperables, explorar los puntos de encuentro entre distintas tradiciones puede ofrecernos una mayor comprensión y respeto mutuo. Hoy, me gustaría compartir una reflexión que une dos textos sagrados: un pasaje de la Sura 2 del Corán, conocido como «La Vaca», y un concepto clave del cristianismo expresado en la Epístola de Santiago del Nuevo Testamento. Aunque estos textos provienen de diferentes contextos religiosos, ambos ofrecen profundas enseñanzas sobre la relación entre la fe y las obras, un tema central en ambas religiones. A través de este análisis, busco no solo subrayar las diferencias y similitudes entre estas tradiciones, sino también invitar a una reflexión más amplia sobre cómo la fe se manifiesta en nuestras acciones cotidianas.
El título «La Vaca» (Al-Baqara) proviene de un pasaje específico que resalta dentro del Corán, a pesar de que esta Sura es la más extensa con sus 286 Aleyas. Curiosamente, el pasaje que más me ha impactado es el que da nombre a la Sura.
«Y cuando Musa (Moisés) dijo a su pueblo: ‘Dios os ordena que sacrifiquéis una vaca’. Dijeron: ‘¿Nos tomas a burla?’
Dijo: ‘¡Dios me libre de ser de los ignorantes!’
Dijeron: ‘Pide a tu Señor de nuestra parte que nos aclare cómo debe ser ella’.
Dijo: ‘Dice que no es una vaca vieja ni joven, sino de edad media. Haced, pues, como se os manda’.
Dijeron: ‘Pide a tu Señor de nuestra parte que nos aclare de qué color ha de ser’.
Dijo: ‘Dice que es una vaca amarilla de un amarillo intenso, que haga las delicias de los que la miran’.
Dijeron: ‘Pide a tu Señor de nuestra parte que nos aclare cómo es, pues todas las vacas nos parecen iguales. Asi, si Dios quiere, seremos, ciertamente, bien dirigidos’.
Dijo: ‘Dice que es una vaca que no ha sido empleada en el laboreo de la tierra ni en el riego del cultivo, sana, sin tacha’.
Dijeron: ‘Ahora has dicho la verdad’ y la sacrificaron, aunque poco faltó para que no lo hicieran.»
C2 67-71
En cuanto al calvinismo, tradicionalmente, se enfatiza que las obras no son la base de la justificación ante Dios, sino un fruto de la fe genuina que el creyente ha recibido por gracia. Esta visión se ve desafiada por las directas y a menudo citadas palabras de Santiago, que parecen sugerir una interdependencia entre fe y obras
«Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? «
Santiago 2:14 [RV60]
Otra cita de Santiago que se presta a este diálogo es:
«Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.»
Santiago 2:24 [RV60]
Estas escrituras nos instan a una introspección sobre cómo la fe se manifiesta en nuestras vidas. La fe en Jesucristo, según entiendo, nos mueve a obrar en caridad; esto refleja una comprensión profunda de lo que significa vivir conforme a los preceptos de amor y servicio enseñados por Cristo.
Reflexionando sobre la historia de Moisés y la vaca en el Corán, vemos un paralelo con el debate cristiano sobre la relevancia de las obras. La historia resalta la obediencia y la disposición a seguir los mandamientos divinos, que es donde encuentro una resonancia con la discusión sobre fe y obras en la epístola de Santiago.
La narrativa coránica sobre Moisés y la vaca, más allá de sus detalles litúrgicos, nos habla de esta disposición humana a la duda y a la procrastinación en obedecer los mandatos divinos. Estos versículos del Corán resuenan con el llamado a la acción en la fe cristiana, donde no es suficiente creer, sino que se espera que esta creencia se traduzca en actos concretos de amor y servicio.
En la fe islámica, la palabra «Islam» significa «entrega voluntaria» a Dios, lo que resuena con el deseo cristiano de entregarse a la voluntad divina. En la Biblia, vemos que esta voluntad incluye la llamada a realizar buenas obras por amor y piedad.
En conclusión, tanto en el Corán como en la Epístola de Santiago, la relación entre la fe y las obras es un aspecto central que define cómo los creyentes deben vivir su espiritualidad. La historia de Moisés y la vaca en el Corán, al igual que el llamado a la acción en la Epístola de Santiago, nos recuerdan que la fe no puede existir en un vacío; debe traducirse en acciones concretas que reflejen el amor y la obediencia a la voluntad divina. Este análisis interreligioso no busca equiparar doctrinas, sino destacar la universalidad de ciertos valores que trascienden fronteras. Como creyentes, ya sea que sigamos las enseñanzas de Cristo o de los profetas del Islam, estamos llamados a vivir una fe que se manifieste en obras de amor y servicio. Oro para que todos podamos aprender a cumplir con este llamado divino en nuestras vidas diarias, viviendo una fe activa que honre a Dios y beneficie a la humanidad.