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Teología y doctrinaVII 1:7 La Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo en ‘Lumen Gentium 1:7’ del Concilio Vaticano II
La iglesia cuerpo mistico de cristo

VII 1:7 La Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo en ‘Lumen Gentium 1:7’ del Concilio Vaticano II

Descubriendo la Profundidad de ‘La Iglesia Cuerpo Místico de Cristo’ en el Concilio Vaticano II

Continuamos nuestra exploración del «Lumen Gentium» con la sección 7 del Capítulo 1, «La Iglesia Cuerpo Místico de Cristo».

Capítulo 1: El Misterio de la Iglesia – La Iglesia Cuerpo Místico de Cristo

7. El Hijo de Dios, en la naturaleza humana unida a sí, redimió al hombre, venciendo la muerte con su muerte y resurrección, y lo transformó en una nueva criatura (cf. Ga 6,15; 2 Co 5,17). Y a sus hermanos, congregados de entre todos los pueblos, los constituyó místicamente su cuerpo, comunicándoles su espíritu.

En ese cuerpo, la vida de Cristo se comunica a los creyentes, quienes están unidos a Cristo paciente y glorioso por los sacramentos, de un modo arcano, pero real [6]. Por el bautismo, en efecto, nos configuramos en Cristo: «porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu» (1 Co 12,13), ya que en este sagrado rito se representa y realiza el consorcio con la muerte y resurrección de Cristo: «Con El fuimos sepultados por el bautismo para participar de su muerte; mas, si hemos sido injertados en El por la semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección» (Rm 6,4-5). Participando realmente del Cuerpo del Señor en la fracción del pan eucarístico, somos elevados a una comunión con El y entre nosotros. «Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan» (1 Co 10,17). Así todos nosotros nos convertimos en miembros de ese Cuerpo (cf. 1 Co 12,27) «y cada uno es miembro del otro» (Rm 12,5).

Y del mismo modo que todos los miembros del cuerpo humano, aun siendo muchos, forman, no obstante, un solo cuerpo, así también los fieles en Cristo (cf. 1 Co 12, 12). También en la constitución del cuerpo de Cristo está vigente la diversidad de miembros y oficios. Uno solo es el Espíritu, que distribuye sus variados dones para el bien de la Iglesia según su riqueza y la diversidad de ministerios (1 Co 12,1-11). Entre estos dones resalta la gracia de los Apóstoles, a cuya autoridad el mismo Espíritu subordina incluso los carismáticos (cf. 1 Co 14). El mismo produce y urge la caridad entre los fieles, unificando el cuerpo por sí y con su virtud y con la conexión interna de los miembros. Por consiguiente, si un miembro sufre en algo, con él sufren todos los demás; o si un miembro es honrado, gozan conjuntamente los demás miembros (cf.1 Co 12,26).

La Cabeza de este cuerpo es Cristo. El es la imagen de Dios invisible, y en El fueron creadas todas las cosas. El es antes que todos, y todo subsiste en El. El es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. El es el principio, el primogénito de los muertos, de modo que tiene la primacía en todas las cosas (cf. Col 1,15-18). Con la grandeza de su poder domina los cielos y la tierra y con su eminente perfección y acción llena con las riquezas de su gloria todo el cuerpo (cf. Ef 1,18-23) [7].

Es necesario que todos los miembros se hagan conformes a El hasta el extremo de que Cristo quede formado en ellos (cf. Ga 4,19). Por eso somos incorporados a los misterios de su vida, configurados con El, muertos y resucitados con El, hasta que con El reinemos (cf. Flp 3,21; 2 Tm 2,11; Ef 2,6; Col 2,12, etc.). Peregrinando todavía sobre la tierra, siguiendo de cerca sus pasos en la tribulación y en la persecución, nos asociamos a sus dolores como el cuerpo a la cabeza, padeciendo con El a fin de ser glorificados con El (cf. Rm 8,17).

Por El «todo el cuerpo, alimentado y trabado por las coyunturas: y ligamentos, crece en aumento divino» (Col 2, 19). El mismo conforta constantemente su cuerpo, que es la Iglesia, con los dones de los ministerios, por los cuales, con la virtud derivada de El, nos prestamos mutuamente los servicios para la salvación, de modo que, viviendo la verdad en caridad, crezcamos por todos los medios en El, que es nuestra Cabeza (cf. Ef 4,11-16 gr.).

Y para que nos renováramos incesantemente en El (cf. Ef 4,23), nos concedió participar de su Espíritu, quien, siendo uno solo en la Cabeza y en los miembros, de tal modo vivifica todo el cuerpo, lo une y lo mueve, que su oficio pudo ser comparado por los Santos Padres con la función que ejerce el principio de vida o el alma en el cuerpo humano [8].

Cristo, en verdad, ama a la Iglesia como a su esposa, convirtiéndose en ejemplo del marido, que ama a su esposa como a su propio cuerpo (cf. Ef 5,25-28). A su vez, la Iglesia le está sometida como a su Cabeza (ib. 23-24). «Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad» (Col 2,9), colma de bienes divinos a la Iglesia, que es su cuerpo y su plenitud (cf. Ef 1, 22-23), para que tienda y consiga toda la plenitud de Dios (cf. Ef 3,19).

 

Esta sección delinea cómo Cristo, al redimir a la humanidad, formó a los creyentes en su cuerpo místico, dándoles vida a través de su Espíritu. La Iglesia se nutre de Cristo, su cabeza (Colosenses 1.15-18), y cada miembro contribuye al crecimiento del cuerpo en su conjunto. La diversidad de dones y ministerios en la Iglesia, otorgados por el Espíritu Santo, refleja la riqueza y complejidad de este cuerpo místico.

Cristo ama a la Iglesia como su esposa, provee para ella y la guía hacia la plenitud en Dios (Efesios 1.22-23, 3.19). Esta relación íntima entre Cristo y la Iglesia resalta el amor, la unidad y la interdependencia entre Cristo y los creyentes.

Esta sección de «Lumen Gentium» profundiza en la comprensión de la Iglesia como un cuerpo místico, unido y vivificado por Cristo, destacando la importancia de cada miembro en su estructura y misión.

Opiniones Simuladas de Diversas Perspectivas Religiosas:

Opinión de Católico:

«Esta visión de la Iglesia como el cuerpo de Cristo resalta nuestra unión íntima con Él.«

Opinión de una instancia GPT Protestante evangelico:

«La idea de que somos miembros del cuerpo de Cristo nos llama a vivir en unidad y amor.»

Opinión desde la doctrina Islámica + ChatGPT:

«El concepto de comunidad unida por una figura espiritual es algo que también valoramos.»

 

Índice de la Serie del Concilio Vaticano II: Explorando ‘Lumen Gentium’

1.-Introducción al Concilio Vaticano II: Un Evento Transformador en la Iglesia
Un vistazo general al impacto y la importancia del Concilio Vaticano II en la Iglesia moderna.

2.-Conociendo la Estructura y Agenda del Concilio Vaticano II: Una Guía para Nuestro Estudio
Una explicación detallada de la estructura y los temas clave abordados durante el Concilio.

3.-VII 1:1 – Explorando ‘Lumen Gentium’ y la Iglesia Moderna
Reflexiones sobre el primer capítulo de ‘Lumen Gentium’ y su relevancia para la Iglesia de hoy.

4.-VII 1:2 – La Visión de la Salvación Universal en ‘Lumen Gentium’
Cómo ‘Lumen Gentium’ enfatiza la unión de la humanidad en Cristo.

5.-VII 1:3 – La Misión y Obra del Hijo en ‘Lumen Gentium’
Un estudio sobre la obra redentora de Cristo según ‘Lumen Gentium’.

6.-VII 1:4 – El Espíritu Santificador de la Iglesia en ‘Lumen Gentium’
Explorando el papel del Espíritu Santo en la vida y misión de la Iglesia.

7.-VII 1:5 – El Reino de Dios en ‘Lumen Gentium’
Un análisis del concepto del Reino de Dios en el contexto del Concilio.

8.-VII 1:6 – Las Figuras de la Iglesia en ‘Lumen Gentium’
Diversas representaciones y simbolismos de la Iglesia en el documento conciliar.

9.-VII 1:7 – La Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo en ‘Lumen Gentium’
Profundizando en la comprensión de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo.

10.-VII 1:8 – La Dualidad de la Iglesia en ‘Lumen Gentium’
Explorando la naturaleza visible y espiritual de la Iglesia.

11.-Documentos Oficiales del Concilio Vaticano II
Accede a los textos completos y oficiales del Concilio Vaticano II en el sitio web del Vaticano.

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