Mario Adalid: Ciencia, religión y la búsqueda de significado (3/3)
Mario Adalid es una figura que conocí a través de su canal de YouTube, ArgoffTV, de donde me inspiró su eslogan: “…los que debaten con inteligencia”. En mis primeros pasos hacia un estudio más profundo de la filosofía y la historia, conecté con él gracias a su enfoque sobre temas como las falacias argumentativas. Aunque esta página esté dedicada principalmente a la religión, creo que es valioso escuchar voces que, como la de Mario, vienen desde el escepticismo.
Es por esta razón que decidí entrevistar a Mario, para permitir que su perspectiva fluya más allá de los debates en línea y podamos entender mejor su postura. Su visión, aunque diferente a la de muchos creyentes, no deja de ser relevante. Dividida en tres partes, esta entrevista ofrece una mirada al pensamiento crítico desde un enfoque escéptico, y espero que nos ayude a ver que, así como los creyentes llegamos a nuestras conclusiones, aquellos que no comparten nuestra fe también tienen su propio y respetable camino para interpretar la realidad.
Parte 3: Ciencia, religión y la búsqueda de significado
Conejo Pescador:
Como alguien que no sigue la religión cristiana, ¿cuál es tu percepción de Jesús como figura histórica o como concepto? ¿Cómo encaja o contrasta esta figura en tu visión del mundo y en tus creencias personales?
Mario:
Para mí, la figura de Jesús tiene varias capas. El Jesús de los evangelios es un personaje inspirado en alguien que realmente pudo haber existido. No con esos poderes sobrenaturales, pero sí como un aspirante a mesías. Ese Jesús, el de los evangelios, tiene un papel muy particular. Aunque preferiría evitar controversias, sé que a veces son inevitables. Desde mi perspectiva, comparte similitudes con otros semidioses de la mitología. En él se representa el “Viaje del Héroe”: Tiene su propio llamado a la aventura, es sometido a pruebas, muere, renace, y vuelve con una fórmula o un mensaje. Quien lee los evangelios, tiene la impresión de que algo sucede dentro de sí, “algo” cambia mientras lee. Esa es la idea.
Cuando uno busca una comprensión más profunda, los textos canónicos no son la única fuente. Hay numerosos textos que quedaron excluidos de la Biblia. Durante los primeros tiempos del cristianismo, existían corrientes que no se ajustaban fácilmente al molde de una religión organizada. Para ciertos gnósticos, por ejemplo, Jesús abogaba por una conexión directa con Dios, sin necesidad de intermediarios como sacerdotes. Se llegaba a Dios no solo a través de la fe, sino también mediante el conocimiento y la autoconciencia. No creían en templos específicos donde Dios residiera; para ellos, todo el universo era sagrado. Esto no era bueno para el negocio de la fe. No creo que los mejores argumentos hayan triunfado. Más bien, prevalecieron aquellos con más poder, y reprimieron a los demás. Eliminaron cartas, epístolas, poemas y otros escritos.
En la actualidad, resulta complicado determinar si alguien llamado Jesús realmente existió. Esta incertidumbre ha llevado a muchos a cuestionar su existencia histórica, pero me pregunto, sin evidencia, por supuesto, es solo una interrogante que me surge de vez en cuando, si no fueron los primeros cristianos quienes borraron las huellas de su presencia en la historia. Soy ateo, pero vivo en una sociedad occidentalizada, así que me siento intrigado por el cristianismo y sus raíces culturales. Descubrir la realidad histórica detrás de ciertos eventos religiosos no impide que podamos apreciar y disfrutar de las narrativas épicas y las lecciones que transmiten. La mitología y la religión a menudo sirven como vehículos para expresar aspectos fundamentales de la experiencia humana, sus luchas, triunfos y preguntas existenciales. La ciudad de Troya, por ejemplo, fue descubierta. Y aunque tal vez nunca albergó semidioses ni recibió la visita divina de sus gobernantes, esto no nos fuerza a renunciar al encanto de imaginar la épica batalla entre los últimos hijos de los dioses, tal como se narra en «La Ilíada».
Conejo Pescador:
¿Cómo ha influido tu entorno cultural cristiano en tu escepticismo? ¿Crees que tu perspectiva hubiera sido diferente en otro contexto cultural?
Mario:
El cristianismo influye en cierta medida porque tiene su cuota de presión social. Así que, sí, la religión pega en el comportamiento. No es igual de fácil ser ateo en un territorio lleno de cristianos que en uno dominado por los del Islam. Pero no te vayas tan lejos, hasta entre los que solían creer, ves la huella que les dejó la religión en sus vidas. Se nota la influencia que tiene en sus vidas la religión, entre ateos que pertenecían a diversas creencias. Muchos ex testigos de Jehová, por ejemplo, no beben.
Pero, mira, en mi caso, no veo eso como una hoja de ruta. Con el tiempo, uno va entendiendo qué adopta y a qué tradiciones le dice adiós. Claro, puede haber algunos valores que coincidan: casarse, tener hijos, ya sabes, esas cosas… Pero al final, eso es una elección, no parte de un manual.
Sin embargo, quizás el cristianismo sí sea responsable de que sea ateo, así que, le debo una, supongo. Sí, el escepticismo tuvo su papel en el asunto, fue parte del proceso. Pero también creo que la historia del cristianismo influyó: el gnosticismo, los cismas, sumergirme en lecturas sobre cátaros, templarios y todas esas herejías. Desde afuera, los veo con otros ojos.
Puedo echarme un viaje al pasado a través de la historia y entender cómo nacen y crecen religiones como la cristiana, y aún más atrás, el judaísmo. Cómo absorben cosas de otras religiones y culturas. Se empaparon de Mesopotamia, de Egipto, de la religión cananea, del zoroastrismo, y, por supuesto, del helenismo.
Quizás el trasfondo cuenta, pero es la civilización moderna la que nos incita a cuestionar las religiones y las reglas establecidas. No hay religiones que duren para siempre, y en nuestros días, la fe es una elección, al igual que dejar de creer. Muchas mentes inquietas optan por soltar la creencia.
Las religiones están perdiendo terreno. Antes, dominaban todo, desde que te levantabas de la cama hasta que te volvías a dormir, el nacimiento y la muerte, la época para sembrar y la época en la que se cosechaba, qué se estudiaba o se debía dejar de estudiar… Ahora, es cuestión de elección. Por eso se vuelve un lío definir qué es exactamente una religión, más allá de que junta a la gente, comparte la fe y algunas creencias y rituales.
Conejo Pescador:
¿Cómo ves el futuro de la religión en un mundo donde parece perder terreno? ¿Crees que se adaptará o seguirá perdiendo relevancia?
Mario:
Veo a las tres principales religiones monoteístas adaptándose, aunque siendo franco, mi inquietud abarca tanto el islamismo radical como el cristianismo radical. Percibo que muchas personas se sienten incómodas en un mundo donde el literalismo religioso no tiene cabida.
La Iglesia católica ha demostrado capacidad de adaptación a lo largo del tiempo, pero actualmente incursiona en terrenos que van más allá de aceptar la teoría de la evolución o el geocentrismo. Se enfrenta al feminismo, el derecho a decidir y la diversidad sexual. Estos cambios entran en conflicto directo con las tradiciones, generando amenazas percibidas entre muchos creyentes. Sumado a esto, el progreso científico y tecnológico característico de la civilización occidental a menudo cuestiona o refuta explicaciones religiosas tradicionales, creando un cóctel perfecto para hacer crecer el miedo al futuro.
No exageraría al expresar que vislumbro posibles conflictos políticos y bélicos como resultado de estas tensiones, incluso actos de violencia perpetrados por individuos o grupos organizados. Algunos buscarán consuelo en sectas cristianas, hallando en la posverdad un refugio. Es probable que en varios países experimentemos una pérdida de libertades o un retroceso con el ascenso de la ultraderecha, una tendencia que podría materializarse en las próximas décadas.
Además, preveo el surgimiento de nuevas religiones. La figura de Cristo, siendo un personaje aún explotable, se convierte en un ser cósmico, hijo de un Dios trascendente a su propia creación. Este concepto da paso a nuevas interpretaciones del dios de los huecos. Algunos podrían visualizarlo como lo hace actualmente la Fundación Urantia: como el semidiós de una porción de universo dentro de un enjambre de universos. En esta religión, los ángeles pilotan platillos voladores, fusionando la fe con avances científicos y pseudociencia.
La religión, al menos a corto plazo, seguirá siendo un elemento que la humanidad no prescindirá. La mayoría de las personas necesitan creer en algo, anhelan una brújula moral, consuelo y la pertenencia a un grupo.
Conejo Pescador:
¿Cómo encuentras sentido y propósito en tu vida, considerando tu perspectiva no religiosa?
Mario:
Cuando alguna persona creyente en mi día a día se entera de que soy ateo, no falta la pregunta obligada: «Si no crees en Dios, ¿Qué sentido tendría la vida?». Algunos se lanzan más allá y me cuestionan: «Si la vida no tiene sentido, entonces, ¿por qué sigues respirando?».
Yo no apostaría todo en una esperanza tan lejana o abstracta. Esa, creo, es una de las pocas diferencias entre un creyente y yo. Hacerlo me haría sentir como esos pobres diablos a los que les hacen la cruel broma de ganarse la lotería. Cuando les sueltan la verdad, puedes ver cómo se les despedaza el corazón. Después de eso, la vida, al menos durante los días que siguen, debería parecerles un miserable desastre.
No hago buenas acciones esperando una recompensa al final. No me veo tocando un arpa en un retiro eterno, ni rodeado por 72 vírgenes como recompensa por defender a un dios. Si hay un dios, pienso que no necesita que yo salga a defenderlo, debería poder cuidarse solo. Esa idea de condicionamiento religioso tipo castigo-recompensa no me cuadra. Creo que la vida es algo raro y valioso como para desperdiciarla con esa mentalidad. Pero, ojo, tampoco ando esperando que los demás vean el mundo como yo. Soy de los que piensan que la mayoría se equivoca casi todo el tiempo, y eso es a lo que le apuesto. Así que, si de repente todos se pusieran a pensar como yo, empezaría a cuestionarme un poco a mí mismo.
He escuchado a ateos hacerse las mismas preguntas, ¿sabes? ¿Cuál es el propósito de la vida? Pero la vida podría no tener un propósito, podría ser el resultado de una casualidad, ¿la vida debería tener un propósito? Si fuera así, entonces, debería ser el deber de cada uno darle ese propósito.
Los románticos podrían querer pasar de largo por la historia, simplemente como espectadores. Algunos podrían encontrar esto como algo triste, pero si ellos aman ese sentimiento de nostalgia al final de sus vidas, ¿por qué deberíamos juzgarlos? Otros, en cambio, vamos a encontrar sentido en la familia, en los amigos, en las personas que amamos, en los momentos que vivimos a su lado. Otros van a encontrar sentido en el conocimiento, ¿a quién no le atrae el entendimiento de lo que nos rodea? Eso causa asombro casi en todos, y como decíamos, puede tener ese sabor a espiritualidad. Lo mismo sucede con la observación de la naturaleza. A mí me gusta hacer alta montaña. Y ahí he tenido esa sensación que asombra, provoca temor y al mismo tiempo reconforta. Ahí, te puedes sentir medio místico. Pequeño y grande.
Cada cabeza es un mundo, dicen por ahí. Cada vida es una historia, y a su manera, todas tienen su encanto. Creo que a todos nos serviría recordarlo. Aunque en el fondo, tal vez lo intuyamos. Si saliéramos a la calle y le preguntáramos a los que van pasando, si cambiarían su vida por la de alguien más, si pidiéramos una respuesta seria, la mayoría, después de pensarlo mejor, diría que no. Toda vida es un tesoro.
Y al final, polvo somos y al polvo volveremos, ¿no es así? Y moriremos o no, porque una vez más, o volveremos al sueño del que vinimos, o acabamos siendo uno con el universo otra vez.
Conejo Pescador:
A lo largo de esta entrevista, te he referido como ateo o escéptico, y a veces pienso en términos como racionalista para describir tu enfoque. Pero para cerrar, me gustaría preguntarte:
¿Cómo te defines a ti mismo? ¿Hay alguna descripción que capture tu enfoque de la vida o prefieres no encasillarte?
Ha sido un placer escuchar tus pensamientos y experiencias. Gracias por compartir tu tiempo y tus reflexiones con nosotros.
Mario:
Creo que esta es la pregunta más complicada. Me cuelgo la etiqueta de ateo porque simplemente no creo en dioses, aunque pienso que esa palabra ni siquiera debería existir. Prefiero identificarme como escéptico, aunque algunos opinen que para eso debería considerarme agnóstico. Etiquetas aparte, mi enfoque es mantener una mente abierta, cuestionar y explorar, más allá de las limitaciones impuestas por las palabras que elijamos para describir nuestras creencias.
Mi objetivo es desempeñar mi papel de la mejor manera como padre, amigo y persona. La vida me ha enseñado a rodearme de gente grande, que siempre puede enseñarme algo nuevo, y eso es algo que tengo que agradecer A las redes sociales y a YouTube les debo el privilegio de haber conectado con seres tan extraordinarios. Tu presencia en este viaje es algo que aprecio profundamente. Gracias por formar parte de esta experiencia compartida.
FIN DE LA ENTREVISTA
Parte 1: El camino hacia el escepticismo y el pensamiento crítico
Parte 2: Ateísmo, moralidad y respeto mutuo entre creyentes y no creyentes
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